Milagros de Paz

Lo adelantado en la Habana no acabará los graves problemas que tiene Colombia, pero lo acordado allí es de una trascendencia histórica: nos obliga a los que nacimos y crecimos en la guerra a vislumbrar por primera vez un camino hacia la paz.

Muchos tienen reparos porque se estaría transformando la sociedad, como si no fuera eso precisamente lo que se debió hacer desde antes de que toda esta locura comenzara. Pero el estado en 50 años no pudo derrotar militarmente a las Farc, ni dirigente alguno logró hasta ahora un proceso político que acabara con el conflicto.  ¿Justificaba eso un acuerdo que aunque imperfecto también evitara que se siguieran fortaleciendo  otros extremistas? La historia lo dirá.

Me he tomado el trabajo de escuchar y leer los planteamientos de ambos bandos, los que están con el Si y los del No. El resultado de este análisis me deja reflexiones que quisiera compartir.

Un gran sector de los promotores en contra del proceso de paz no quieren que cambie el status-quo. No les conviene: por un lado, están los que se han beneficiado económicamente de la industria de la guerra, y por el otro, los que adquirieron riquezas de manera ilegal, y en muchos casos de forma violenta. Estos últimos ahora temen ser juzgados y perder lo que nunca les perteneció. También hay sectores que de manera egoísta pretenden cosechar réditos políticos, aun a sabiendas de que lo que plantean o dicen se cae por su propio peso. Pero, lo que demuestra el fenómeno Trump es que no importa si hay inteligencia o no en las palabras o acciones de un líder, siempre existirán personas que le van a seguir ciega y fanáticamente.

Sigue un grupo no despreciable de compatriotas que tienen reservas acerca de lo acordado en Cuba que vale la pena escuchar, y que debe ser respetado. En medio de tanta polarización me pregunto: ¿porque llegamos donde estamos? Una primera mirada me lleva a concluir que el estado no solamente ha sido incapaz de derrotar militarmente a los terroristas (de izquierda o de derecha), sino que tocó negociar con ellos porque también ha sido incapaz de resolver problemas como las mafias de todos los calibres que existen en el país, así como las alianzas oscuras entre agentes del estado y grupos ilegales (lease ultraderechistas) que también han sido actores o promotores del desbarajuste que vive la nación.

Como se trata de un momento histórico, cruzan por mi mente otras reflexiones. ¿Esta el país bien o estuvo antes mejor? ¿Tenemos que seguir siendo víctimas del odio, rencor, o sórdidos intereses de los extremistas?

Existen posiciones fáciles, como que se pudo haber logrado esto o aquello, pero toda negociación trae sus dificultades que se tornan mayores en medio de la complejidad que caracteriza a nuestras gentes e historia. Nadie dijo que el proceso de paz iba a ser gratis; hay muchos “sapos”, mencionados una y otra vez, aunque agrandados por los opositores. Pero resultan cuestiones menores comparado con las ventajas que traería el acuerdo si se cumple. La lógica indica que serían más los aspectos a favor, como lo han resaltado un importante sector de la prensa, autoridades en la materia, la academia, o la misma comunidad internacional.

En medio de todo, han habido excesos que no pueden pasar inadvertidos y que merecen ser rechazados. Hemos presenciado la invasión de un sin número de mensajes por las redes sociales que tenían solo el propósito de desinformar. Se trató de una campaña difamatoria, orquestada especialmente desde la derecha ¿Es la nueva manera de hacer política? Ojalá que a la luz de los resultados, sea por el Si o por el No, se acojan y se respeten los mismos, al mismo tiempo que se desarmen los ánimos para auscultar en la solución de los verdaderos problema que afectan a la nación: impunidad, inequidad, o la misma corrupción.

Pero mucho me temo que con el plebiscito, que ratificará o no los acuerdos, se vayan a detener los ataques y argumentos para descalificar o desprestigiar el proceso por el odio hacia las Farc. Lo primero que hay que desarmar son los corazones, que es lo que lleva a esos extremos, e insistir en la práctica de la tolerancia. No creo que existan  antecedentes, ni si quiera en Colombia, en cuanto a que un proceso de paz le haya traído cosas negativas a una nación. ¡Todo lo contrario! En mi caso, es a eso a lo que le estoy apostando: no al reconocimiento político o legitimidad de un grupo que actuó de forma equivocada, sino a la necesidad que tenemos de aprender a vivir civilizadamente y a aceptar las ideas del otro, por más que difieran de las de uno, que es lo que identifica a los verdaderos demócratas. Pero sobre todo, a vivir tranquilamente y en paz. Solo así podremos llegar a un desarrollo sostenible para alcanzar algún día el país que nos merecemos todos.

Para volver a la trascendental, en el deseo de encontrar una sociedad justa y organizada, sin duda que los partidos políticos y sus líderes tiene que cambiar la manera como practican la política y trabajar mejor por el bien general. Una de las cosas que más preocupan es la ineficiencia sistémica del estado en todos los ordenes. Ese se convierte en el principal reto a superar. Creo firmemente que si los terroristas llegaran algún día al poder no seria por méritos propios, sino por la ineptitud de los dirigentes enquistados en la  corrupción. ¿Acaso eso no fue lo que sucedió en Venezuela?

Dejé para lo último una reflexión final: nunca en mis años dentro de la academia había experimentado el entusiasmo que ha despertado en los jóvenes todo este proceso. Ese cambio de actitud es de una transcendencia invaluable y, como yo lo veo, se convierte desde ya en ganancia. Los milagros que hace la paz.

Por qué Declarar Desierta la Concesión del Aeropuerto

Aeropuerto Internacional Ernesto Cortissoz, Barranquilla. Foto: Guillermo de Alba (Tomada de Internet)
La licitación para entregar en concesión el aeropuerto de Barranquilla debe ser declarada desierta. Si la ciudad más importante de la costa, por donde nació el progreso de este país, incluida la aviación comercial de América, quiere contar con un aeropuerto de envergadura, a la altura de aeródromos como el Aeropuerto Internacional de Tocumen en Panamá, por citar solo un ejemplo regional exitoso, debe repensar y re-planificar la manera como se estructuró el pliego licitatorio para hacerlo más atractivo a empresas con experiencia internacional en el manejo y operación de aeropuertos no solo desde el punto de vista de las obras civiles que se deben acometer, que en este caso no es lo más importante, sobre esto volveré más adelante, sino que por medio de la experiencia concreta en operación de terminales aéreas se logre el modernizar, posicionar, crecer, articular, explotar y generar la riqueza que la ciudad de Barranquilla demanda.

Todo parece indicar que el gobierno nacional, por medio de la Agencia Nacional de Infraestructura en cabeza de Luis Fernando Andrade, le quedo mal una vez más a la ciudad y por ende el resultado que estamos experimentando. La falta de una estructuración más atractiva es responsabilidad exclusiva de dicha agencia y de allí el efecto que de diez empresas precalificadas solo dos presentaran propuesta, es decir el 20% de la intención inicial. ¿Porque? Varias son las discusiones, pero sin duda ese pobre resultado solo se explica por la improvisación, la ausencia de estudios coherentes y la falta de procesos estandarizados muy presentes en el concierto nacional. En ese orden de ideas, las criticas de los precalificados que descartaron presentar propuestas no se hicieron esperar: algunos han expresado que la forma como se estructuró la operación del aeropuerto Cortissoz es inviable desde el punto de vista económico.

'La historia se conoce para que no se repita', pero en este caso, lo que está sucediendo va en dirección opuesta de esa expresión. Lo que está aconteciendo con la planeada concesión del aeropuerto internacional Ernesto Cortissoz de la cuidad de Barranquilla es repetitivo y escandaloso. Una vez más se improvisó y se estructuró un plan de forma errónea. Ese pobre desempeño demuestra sin duda que a la Agencia Nacional de Infraestructura le quedó grande este compromiso, que no solo dilató en el tiempo, con aquella errónea intención de querer empaquetar la concesión del aeropuerto con los aeropuertos de Neiva, Armenia y Popayán, como lo explicara en el artículo Aeropuerto a la Altura de Barranquilla, lo que llevó a que las fuerzas vivas de la ciudad iniciarán una cruzada en contra de tal iniciativa, sino que la terquedad de dicha agencia forzó a que hayan transcurrido más de treinta y cuatro meses, desde que al antiguo concesionario, también mal escogido por la Aerocivil, no le prorrogaran la concesión de la administración, luego de comprobar de forma tardía un incumplimiento sostenido. En un país serio el anterior hecho debería ser motivo de escándalo y provocar la salida del director de la agencia y los actores responsables. Confío que el presidente de la República, ante tan demostrado caso de ineficiencia, tome cartas en el asunto y concrete un cambio de rumbo en esta importante ala del gobierno nacional.

Los actores responsables, incluyendo las empresas que presentaron propuestas, sostienen que los seleccionados cuentan con la experiencia suficiente para acometer las obras civiles que se demandan, tal vez para justificar la evidente falta de experiencia en manejo, promoción y operación  de terminales aéreas. Pretenden engañar sosteniendo que lo importante son las obras civiles, para luego subcontratar a un operador. Absurdo! El tema es precisamente al contrario: un operador con experiencia debe tener la capacidad de efectuar la planificación estratégica que se demanda para una operación efectiva y por medio de esta subcontratar a las empresas que han de adelantar las obras civiles requeridas. Seria aun más escandaloso que esta concesión se la adjudicaran a Concesionaria Aeropuertos Colombia SPV, una de las dos firmas que presentaron propuesta, que cuenta entre sus socios con la participación de Valorcon S.A. empresa de la casa política de la familia Gerlein, con lo que tal vez se estaría realizando el pago de favores políticos. No olvidemos que fue uno de los grupos que defendió la reelección del presidente Santos.

El historial de Valorcon S.A. (empresa dedicada fundamentalmente a contratar con el estado) es amplio, como quiera que le han adjudicado, producto de su influencia, un importante número de contratos a lo largo de su historia. Y no es que estemos en desacuerdo conque empresas con tal influencia se ganen contratos. El resultado de su amplia experiencia debería ser prenda de garantía para la buena ejecución y desarrollo de obras, pero este no es el caso. A dicha empresa por ejemplo le adjudicaron recientemente la ampliación de la carrera  51B en Barranquilla. Para nadie es secreto que el desarrollo de tales trabajos fue un caos total, donde se evidenciaba improvisación, falta de planificación, falta de sistemas estandarizados, y sobre todo, ausencia de calidad. Solo dos meses después de "entregada" la obra a dicha empresa le han ordenado demoler mas de 120 losas de concreto que conforman el pavimento rígido por problemas de calidad. Sin duda, y con tantos años de experiencia, no cuentan con un sistema que integre una ejecución ordenada de los trabajos de forma planificada y estandarizada, y donde prevalezca un buen sistema de control de calidad.

Luego de casi veinte años, cuando se inicio en el país el proceso de entregar la administración de los aeropuertos a terceros, no se conoce una labor y una ejecución efectiva con el propósito de lograr un concesionario de envergadura por parte del gobierno central. Todos estos argumentos nos obligan a concluir que Barranquilla se encuentra lejos de un estadio ideal en el objetivo de alcanzar un buen operador que ayude a explotar de la mejor manera el aeropuerto de la ciudad, sin olvidar el desarrollo del entorno que aquello implica; pero sobre todo que ayude en el proceso de situarla en un escenario importante dentro del contexto internacional, precisamente por el potencial de la ciudad como capital de los TLCs, sus características,  situación estratégica y posición geográfica. Sin duda esta licitación no salió bien, y toca arrancar de ceros.

Aeropuerto a la Altura de Barranquilla

Aeropuerto Internacional Ernesto Cortissoz. Foto: Internet
La decisión de la Aerocivil de empaquetar la concesión del aeropuerto internacional Ernesto Cortissoz de Barranquilla junto con los aeropuertos de Armenia, Neiva, Popayán y Cartago fue una mala noticia para la ciudad, la cual produjo varias reacciones de rechazo. Entre ellas, una por parte de la alcaldesa de Barranquilla Elsa Noguera; aunque esa opinión llega un poco tarde. Sobre esto volveré más adelante.

Repasando las paginas de la historia de Barranquilla, llegan a la memoria los recuerdos de lo que le ha costado a la ciudad, y en general a esta parte de la región del país, alcanzar obras importantes, como el puente Pumarejo que cruza el rio Magdalena (el mismo que tienen que demoler ahora para permitir la troncada navegabilidad sobre el rio), el estadio metropolitano o el mismo aeropuerto Ernesto Cortissoz, por citar solo tres ejemplos. Antes de que estas importantes obras se dieran, fueron muchas las torturas que tuvimos que vivir los habitantes de esta región del caribe para trasladarnos hacia el interior del país, ya sea por vía aérea o terrestre, o presenciar un partido de futbol del amado Junior. Estos ejemplos demuestran lo lesivo como se ha dado la administración de país, caracterizada por un centralismo que de una u otra forma se responsabiliza de la insipiente infraestructura, o deficiente desarrollo de la mayoría de los municipios de la región.


Mi padre, quien por muchos años tuvo la oportunidad de ofrecer sus servicios en la Aeronáutica Civil con asiento en Barranquilla y dedicar importantes conocimientos, caracterizados por una ejemplarizante disciplina y gran creatividad, fue testigo de exención de cómo todas las disposiciones eran tomadas desde los escritorios en Bogotá. Me recuerda él que hasta para cambiar un tornillo muchas veces la autorización tenia que venir de la capital, y que en varias administraciones de la dirección central la desidia era tal que los equipos que requerían pequeños mantenimientos para garantizar tan solo un correcto funcionamiento eran puestos a tope, sin el mantenimiento necesario, hasta que fallaban, y para siempre. Supongo que no es difícil imaginar que alcanzar el remplazo se convertía en una tarea titánica, que en numerosas ocasiones traía como resultado solo una respuesta: que nada pasara.


La ciudad donde nació la aviación comercial de América ha tenido que sufrir virulentas administraciones, improvisaciones y malas decisiones que desde el gobierno central se toman, como la reciente, por fortuna para la ciudad, liquidada concesión que durante los últimos 15 años mantuvo la empresa Aeropuertos del Caribe S.A. (ACSA), quienes no solo incumplieron el contrato, sino que prestaron un mal servicio. Para muchos de los que transitamos por esa importante terminal ha sido incomodo experimentar que el aire acondicionado nunca ha funcionado bien, sin contar con las deficiencias, poco denunciadas, de los equipos aeronáuticos y que han puesto en riesgo la vida de todos.

En los últimos 15 años, en el otrora más moderno aeropuerto de Colombia, se ha mantenido la tendencia de los suplicios a los que no nos acostumbramos, y todo parece indicar que la historia se iba a volver a repetir. Empaquetar el aeropuerto con los pequeños aeródromos arriba mencionados tendría consecuencias negativas que no se pueden desconocer.


Mientras que el movimiento en el año 2011 en los cuatro aeropuertos pequeños suma 703,040 pasajeros con el 29.33% (Armenia 306,867 ó 12.80%, Neiva 290,010 ó 12.09%, Popayán 93,412 ó 3.90% y Cartago 13,051 ó 0.54%), el de Barranquilla en cambio movilizó 1,694,751 con el 70.67%. Es decir que la suma de los cuatro aeropuertos pequeños es menor al 30% del total de lo que mueve Barranquilla.

Sin mencionar el movimiento de carga que ronda en similares porcentajes, lo anterior coloca a la Puerta de Oro de Colombia en una desventaja inocultable. Este solo análisis demuestra el desequilibrio de la propuesta, y fácil es concluir que Barranquilla iba a terminar subvencionando la operación e inversiones que requerían los otros.

El rechazo de la alcaldesa llega de forma tardía, como señalara arriba, porque es una grito que debió darse 20 años atrás, o más, y cuando se hizo evidente las malas políticas que en el caso de la administración del aeropuerto se hicieron manifiestas.

Solo en el campo de la aviación comercial, la ciudad se encuentra en un rezago histórico e inconsecuente con la tradición y vocación innovadora de sus inicios, que ha influido en el deterioro económico de la región.


Eso no es lo que necesita Barranquilla. La tendencia de los nuevos aeropuertos es utilizarlos no solo como medios de transporte, sino como centros de recreación y comercio. Para ello se requiere de liderazgo. Y si de operaciones se trata, a juicio de los expertos, el Cortissoz es un aeropuerto totalmente subutilizado.

La política de centralizar todo llevó por ejemplo a la compañía Avianca, que mantuvo desde sus inicios los talleres de mantenimiento de sus aeronaves en la ciudad, a trasladarlos a Bogotá, aun cuando a juicio de los expertos es mucho mejor, por el tema del rendimiento de los motores, tenerlos sobre el nivel del mar, como sucede con las principales aerolíneas del mundo. Esa decisión se llevó consigo no solo un patrimonio histórico, sino una importante fuente de trabajo.

Lo anterior tiene por supuesto antecedentes anclados en la falta de liderazgo y visión de la dirigencia local, quienes entre otras debieron ofrecerle a dicha compañía incentivos, planes coherentes y hasta exenciones tributarias para mantener en la ciudad tal legado.

Estamos en mora de que la sociedad civil, gremios, y en general todas las fuerzas vivas, asuman un liderazgo más activo, creativo e integrado en defensa de los intereses de la región, así como de exigirle al gobierno central, en virtud de su dominancia, la generación y ejecución de proyectos coherentes, articulados y ambiciosos; más aun cuando la ciudad se sigue proyectando como la capital de los TLC’s en Colombia. Esta sería una manera impele de desplazar a la clase política que, para nadie es secreto, ha estado plagada de altísimos grados de corrupción.

La ciudad se viene también posesionando como una ciudad turística. ¿Podría hacerlo de forma ávida con la infraestructura actual? Para responder lo anterior habría que preguntarse ¿porque la dirigencia de Barranquilla no ha asumido el liderazgo para recuperar la navegabilidad sobre el rio Magdalena? Siendo una de las grandes obras que requiere el país, este objetivo posicionaría a Barranquilla en concordancia con su especial ubicación geográfica y a la altura de ciudades como Baton Rouge o New Orleans, ubicadas sobre la rivera del rio Mississippi, y que deben su dinamismo económico gracias a esa localización estratégica y territorial.


Si bien en la actualidad se vienen adelantando obras como la Avenida del Rio, la cual corta la tendencia de vivir de espalda a la vía fluvial más importante con la que cuenta el país, también subutilizada, primordial es resaltar la necesidad de hacerlo sobre la base de ir articularlo políticas coherentes que sean atractivas para el turismo, el comercio y la industria en general. Entre otras obras importantes por realizar se encuentran la recuperación del corredor férreo de Bocas de Ceniza o el muelle de Puerto Colombia, testigo este último nada menos que de la inmigración europea que inyectó con su cultura la rica historia de nuestro país. Caracterizados como hitos turísticos en el pasado pero que fueron abandonados a su suerte, estos dos ejemplos de recuperación requieren de planes de renovación urbanística que traerían a muchos visitantes, en sintonía con la vocación turística que se busca consolidar.

Desde estas líneas hago un llamado a las fuerzas vivas de la ciudad para promover y proyectar un aeropuerto a la altura de la ciudad más importante de la costa caribe colombiana, al cual le cabe también un plan de renovación urbanística que incluya en su entorno hoteles y centro de negocios a la altura de las principales capitales del mundo. Lo que le ha sucedido históricamente al aeropuerto internacional de Barranquilla no le hace honor al empresario y hombre emprendedor que fue Ernesto Cortissoz, por quien lleva su nombre, quien además participó activamente de esa multiplicidad negociadora que caracterizó a Barranquilla y a su élite empresarial a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Habra que ver si las presentes y futuras generaciones somos capaces de articular esfuerzos de cara a los retos por venir.

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